TIERRA Y UNIVERSO
Es paradójico que algo tan complejo
y vasto como el universo provenga del latín unum
versus (un verso).
El ser humano siempre ha tratado de conocer
y comprender su entorno; es decir el suelo que pisaba y lo que había por encima
de él. Al primero lo consideró plano y al segundo una bóveda con unos agujeros
de luz, las estrellas.
Anaximandro predijo la redondez de
la tierra y Eratóstenes lo corroboró observando
distinto ángulo de incidencia del sol en dos pozos distantes varias decenas de
kilómetros de norte a sur, vistos en dos solsticios de verano.
Más de una consolidada teoría ha
surgido de la fantasía. Wegener formuló la archidemostrada teoría del desmembramiento de Pangea y la
deriva continental. Puestos a hipotetizar, los
continentes, que en su mayoría empujan hacia el norte, llegarán a ser
engullidos por el polo boreal. La mayor parte de los continentes están en el
hemisferio norte y muchos, que tienen fósiles de vegetación ecuatorial,
previsiblemente estuvieron en esa zona.
Algo que debiera ser ampliamente
enseñado desde la más tierna edad, es decir: el sol y las estrellas son la
misma cosa, la misma materia ardiente, auténticas esferas de fuego (hidrógeno y
helio en su mayor parte). Las estrellas son soles, valga la expresión.
Se ha hipotetizado
sobre universos paralelos. ¿Por qué no sobre universos concéntricos? Tanto a lo
grande como hacia lo pequeño.
Se dice que el Big Bang, (la gran
explosión) fue el origen del universo, hay que decir que, (conocido), ya Bruno
Giordano en el s. XVI dijo que el universo era infinito. Las galaxias que
observamos pudieran ser partículas subatómicas de un mega/átomo, que a su vez
formara parte de una megamolécula de un megauniverso, que a su vez...
La segunda ley de la termodinámica
dice que todo tiende al desorden. Pero ese desorden ¿No llegará alguna vez a
formar un nuevo orden?
Siempre tendremos interrogantes,
porque lo finito nunca podrá comprender lo infinito.
Honorino Joaquín
Martínez Bernardo